Si para algunos resultó sospechoso el parecido familiar entre la niña del cierre de campaña de Felipe Calderón, presidente de México y gente del movimiento neofascista armado "Yunque", y la niña con la que Rajoy se despeñó en la prédica cursi al terminar de perder el primer debate previo a las elecciones del 9 de marzo, para otros resulta aún más sospechosa la táctica del miedo que han ejercido de modo asombrosamente parecido Calderón y su Partido Acción Nacional, y Rajoy y su Partido Popular.
Ante una campaña en la que su gris personalidad no le permitía obtener votos, y como parte de un esquema político ya vencido por el centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador, jefe de gobierno de la Ciudad de México, Felipe Calderón asumió la estrategia de anunciar que, textualmente, "López Obrador es un peligro para México". La campaña fue masiva, intensa y brutal, apoyada por prácticamente la totalidad de los medios electrónicos e impresos de México, todos aliados del poder, y no fue necesario argumentarla. Nunca se dijo ni por asomo cuáles eran las previsiones que permitían suponer que la nación estaría en peligro de ganar laws elecciones López Obrador. Muchos, por entonces, atribuyeron la "campaña del miedo" al asesor estrella de Calderón y el PAN, Antonio Solá, quien también llevó a José María Aznar a hacer campaña por Calderón en México, violando todas las leyes de esa nación.
Y lo curioso, claro, es que el asesor estrella de Mariano Rajoy es hoy el mismo Antonio Solá, el mismo al que algunos le atribuyen haber metido a Aznar en esta campaña después de que Rajoy afirmara contundente, en el debate cataclísmico, que "Aznar no está en esta campaña". Y tanto el discurso de Rajoy como el de Aznar se montan en el miedo, en las palabras "peligro" y "riesgo" para España, en la posibilidad de que el actual presidente "se cargue" a España (no dicen cómo) y de que no pueda administrar la situación económica actual tan bien como lo haría Rajoy (sin explicar qué haría uno u otro, por supuesto), hasta llegar a la mentira rigurosamente vigilada de Aznar, que ha inventado una nueva negociación del gobierno español con ETA, a coro con el presidente de la AVT, el señor Alcaraz, en una de esas coincidencias increíbles. ¿Qué datos tiene Aznar de que esta negociación está ocurriendo? Ninguno, pero no parece importar.
Si el cálculo del señor Rajoy, de sus asesores, de Aznar o de quien quiera que lleve las riendas en esta campaña, es que se repita lo que ocurrió en México, olvidan un elemento clave: para hacer presidente a Felipe Calderón fue necesario un colosal fraude electoral demostrado más allá de toda duda razonable, en el que se implicó a una gran cantidad de cómplices habituados a la impunidad en esa nación. Y un fraude así parece, de momento, inimaginable en España.
O bien podría ser que estemos equivocados y que todo, todo, sea una coincidencia asombrosa, que cosas más raras se han visto, dicen.
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