3/02/2008

No hay mentira demasiado grande

La afirmación de que Zapatero negocia con ETA desde 2002, o que tiene una estrategia armada con los terroristas desde el 2000, es un homenaje tardío pero sentido a Joseph Goebbels, ese personaje que siempre se planteó que si se iba a mentir, había que hacerlo en grande, pues daba igual.

Entre tanto, convencidos por la retórica absolutamente desbocada de una derecha por un lado envalentonada al haberse apoderado del partido democristiano español y por otro lado desesperada porque la campaña de su candidato no acaba de levantar el vuelo, unos encapuchados, presuntamente militares apalearon el pasado 8 de febrero a tres soldados de origen latinoamericanl. ¿Serán ésos los que ya no caben? ¿Quiénes serán esos que hacen a Rajoy afirmar "no cabemos todos"? ¿A quién excluimos y las pensiones de quién nos cargamos en el proceso? La propaganda del odio no para mientes en esos pequeños detalles.


Goebbels dijo, afirmando disponer de pruebas, que los judíos sacrificaban niños en ceremonias atroces, y tenían una bien armada conjura con lo peor de la sociedad para sacrificar a Alemania y a los alemanes. Las pruebas nunca aparecieron, como no han aparecido las armas de destrucción masiva que Aznar aseguró que tenía Irak, pero el destrozo y el dolor ocasionados sí aparecieron y permanecen.

El PP está montado en la gran mentira. Dentro de poco, antes del fin de la campaña, no será extraño escuchar a algún dirigente del PP afirmar que Zapatero es el jefe político y militar de ETA desde los 16 años, que los socialistas se comen a los niños y que pretenden enviar nacionalistas a violar a todos los españoles, sin distinción de edad, sexo o condiciones de salud.

Esta avalancha de mentiras que dura ya años por parte del PP no puede ser detenida sino desde dentro de esa organización política, por un electorado y una militancia que están cada vez más incómodos con el tono intolerante y violento de sus jefes. Que sean derrotados en las urnas es plausible, cada día más, pero no resuelve el problema, que es si los votantes del PP están dispuestos a ser valedores de otros cuatro años tan lamentables como los que ofreció su partido en esta legislatura o toman la decisión de poner orden y devolver cierta moderación y filosofía política seria al grupo de hooligans atrabiliarios de la política en que se ha convertido su cúpula.

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