3/04/2008

El mismo guión

Si algo se puede decir de Mariano Rajoy es que es un hombre firme en sus errores. El guión que le prepararon sus asesores y su juicio personal para perder el primer debate con José Luis Rodríguez Zapatero, niña incluida, fue repetido a la letra en el segundo debate, con el previsible resultado de que perdió el debate con un margen aún superior al de una semana atrás. Atrabiliario, negativo, repetitivo hasta que el votante se pregunta si este personaje lo considerará tan bobo que no pilló lo de ETA las primeras cinco o seis veces, sin una sola propuesta concreta, derrapó ante un Zapatero preparado, que conocía mejor incluso las intervenciones de su oponente en el Congreso que el propio Rajoy, que no perdió los estribos ante la andanada de ofensas y despropósitos en que se empeñó el candidato de derecha.

Zapatero cambió de guión con propuestas, que muchas personas deseaban escuchar, pero manteniendo su tranquilidad y talante para desesperación de algunos que desaban a un candidato más combativo, que defendiera mejor la diferencia entre "negociaciones" y "contactos" con ETA que ha sido la confusión base de la campaña de la derecha, que explicara que son los jueces y no el ejecutivo quienes permitieron a los partidos abertzales vascos presentarse a las elecciones, o que quien rompió el Pacto Antiterrorista fue el Partido Popular.

Pero la estrategia de Zapatero parece haber funcionado a la luz de las pocas encuestas que se pudieron tener antes de las doce de la noche, en el apagón de encuestas que impone la ley electoral.

Lo más extraño de todo, lo que realmente sonaba a una especie de mundo de fantasía que desafiaba las pasiones de los más militantes rajoyistas, era la promesa de un gobierno incluyente, dialogante y abierto que ofreció el candidato de la derecha al menos una vez. El líder de la oposición que no aceptó ninguna negociación, que tuvo como única estrategia y táctica el "no a todo" y la evaluación negativa, catastrofista y promotora de la división, el odio y la confrontación, el político que consideró tan "bonita" la manifestación antigobierno convocada por él y en la que participó con gran orgullo la ultraderecha, el hombre del sabotaje para llevar agua a su molino, caiga quien caiga, ofrece diálogo y negociación, esperando, de alguna forma, que alguien le crea.

Escucharlo trae inevitablemente al recuerdo a Joseph Welch, que defendiendo a un joven abogado de las insidiosas acusaciones del senador Joseph McCarthy se dirigió a éste y le espetó: "Ya ha hecho suficiente. ¿No tiene sentido de la decencia, señor, en última instancia? ¿No le queda ningún sentido de la decencia?"

Pregunta que muchos desearían que les respondiera Mariano Rajoy.

No hay comentarios: