6/24/2008

La obligación de un gobierno

Mientras los dirigentes del Partido "Popular" sonríen porque la situación económica española no es tan buena como parecía, y se regodean cada vez que hay datos negativos, con ese ánimo mezquino que los caracteriza, el gobierno socialista realiza razonablemente bien su trabajo, un trabajo difícil pero un trabajo que no se puede hacer razonablemente de otro modo.

Un gobierno no puede promover el pánico entre su población, ni en situaciones de dificultades económicas ni en condiciones de crisis galopante, ni en situación de leve inseguridad ni en condiciones de guerra al borde de la derrota, ni en ningún otro escenario imaginable. El P"P" asegura que la "obligación" del gobierno, del PSOE y de José Luis Rodríguez Zapatero era decir desde el principio que el barco se había hundido, que España estaba por quedar detrás de Haití en indicadores económicos, que las chicas tendrían que ir todas a prostituirse a Rumania y los chicos deberían verse forzados a ir a trabajar en la industria de la construcción de Gambia, que esto era un desastre peor que el de la Alemania de la República de Weimar, el "corralito" argentino y el "error de diciembre" mexicano que provocó el "efecto tequila".

Ahora, si tal dijera el gobierno socialista, merecería el repudio más absoluto, aún si fuera cierto, que obviamente no lo es. Pero cualquiera sabe que una crisis económica, que depende no sólo de fenómenos objetivos sino de percepciones subjetivas, se profundizará ante la debilidad, incertidumbre o pánico del gobierno. Por el contrario, el manejo prudente de la situación por parte del gobierno ha conseguido que los grandes capitales que mandan en España no entren en situación de miedo, pese a los esfuerzos del P"P" por promover el desastre, que tanto les conviene. Decir lo que dice y hacer lo que hace es la única salida, y, lo más repugnante es que los señores del Partido "Popular" lo saben perfectamente.

Nada hay más temeroso que un millón de dólares, solía decir un amigo mío que tenía algunos. La obligación del gobierno es impedir que los millones de euros privados que mueven la economía sufran un irracional ataque de miedo que los paralice o lance fuera del país. La efectividad que ha tenido el enfoque gubernamental ante una situación económica internacional provocada por los grandes capitales especulativos se demuestra en que la bolsa no ha caído en picado, España aún no entra en recesión ni en "crecimiento negativo", y nada parece indicar que esta situación tenga tintes especialmente preocupantes en España respecto del resto de la Unión Europea ni que vaya a prolongarse más allá de los naturales ciclos económicos.

Zapatero está cumpliendo bien con su obligación como gobierno, lo sabe cualquiera, socialista o no. El P"P", por desgracia, cumple mal su función como oposición, porque una vez más, como durante los últimos cuatro años, su odio al PSOE y al gobierno, su pasión por dinamitar al adversario, no para mientes en el efecto que puede tener en la realidad de España, en los españoles, en el futuro. Su única misión de hacerse del poder a toda costa le impide hacer política bien hecha. Una oposición razonable y leal a los ciudadanos, por ejemplo, tendría a sus mejores técnicos proponiendo medidas para evitar la profundización de la crisis, exigiendo acciones concretas y, en todo caso, luego podría reclamarle al gobierno si no las aplica o humillarlo en la arena política si las aplica, pero sin sacrificar inocentes en el altar de su ambición. Acciones así, de oposición que ponga a los españoles por encima de los más bastardos intereses políticos están lamentablemente ausentes del panorama de los "populares", esa derecha española que se pierde entre sus odios internos y externos sin ofrecer nada útil, nada constructivo, nada que no sea agitación barata y propaganda de pocas luces.

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