6/05/2008

Hermann, entre Rosa y Esperanza

La espantada de Rosa Díez, junto con sus acólitos (incluido, lamentablemente, un Fernando Savater con la brújula extraviadísima), comenzó cuando Hermann Tertsch fue cesado en El País, cosa que enfureció al entorno de Rosa Diez, que empezó a enviar correos propagandísticos de muy baja estofa bajo el vacío marbete de "Plataforma para una Nueva Transición", que para mejor garantizar su anonimato utilizaba un correo gratuito de yahoo.es.

El 18 de abril, precisamente, se equiparaba la salida de Tertsch de El País con censura y se advertía que "joder, es que ya han empezado a caer muchos de los nuestros", enumerando, luego de clamar "¡Para esto no luchamos contra el franquismo ... !!" a "Rosa Díez, luego con Gotzone Mora, Jon Juaristi, Savater, Boadella, .... La lista es interminable y la conocemos todos".

Hablando con una retórica que por vez única hizo alguna proclama antiderechista y despidiéndose con el "abrazo fraternal y solidario" de la izquierda ortodoxa, además del "¡Pásalo!!!" antiaznarista, la nebulosa plataforma empezaba así a construir la opción electoral de Rosa Díez (y de sus acólitos, sí, sí, pero es que en ese "partido" no hay más que una persona que se vea, que escriba y que hable), desde la oscuridad, desde la falta de transparencia y de claridad, desde la agitación y propaganda más basales y retorcidas, donde nada se dice con claridad.

La defensa "izquierdista" de Tertsch se convirtió, en sólo 11 días, en una carta de Rosa Díez intitulada "¿No creéis qu eya ha llegado la hora?", donde, sugiriendo tener enormes y pesados apoyos dentro del PSOE, se dirige a los "militantes socialistas" que la mueven, que la impulsan, nos jura, con sus cartas, llamdas, correos electrónicos, SMS y señales de humo. Desde tan alta tribuna, Rosa advertía (todo mesías debe anunciar al demonio contra el que lucha): "lo que se está preparando es lo más grave de toda nuestra reciente historia democrática". No establece qué era, así que siempre puede afirmar que su valerosa carta lo impidió. Nada en su carta decía que había que votarla, que estaba en ello, que había cruzado su peculiar Rubicón, que los socialistas le interesaban poco desde que no la votaron, por el contrario, enviaba otro abrazo fraternal y solidario, y otro pásalo, y todo ello firmado por la plataforma en cuestión, que además se negaba a identificarse cuando uno, elector, ciudadano y en buenas relaciones con hacienda y con la ley, les preguntaba quiénes eran, por qué nos mandaban sus correos y qué pretendían.

Dos correos más al menos envió la plataforma fantasma antes de desvanecerse como toda organización clandestina de agitación y propaganda. El primero, cuatro días después de la carta fundacional del rosadiecismo, con un artículo que anunciaba orgulloso "Hermann Tertsch sigue en plena forma", donde este Jiménez Losantos con nombre más corto retomaba el "Zapatero rompe España" con una retórica nada singular: "no hay que ser Merlín para augurar zozobras tras este trienio de romper loza de convivencia y tejido social", decía, como tantos profetas fallidos. Dígame si el capotutticapi de la COPE no firmaría feliz, en forma y fondo, lo que nos dice Tertsch: "a estas alturas todo el mundo debiera saber a quién considera el presidente su enemigo y a quiénes aliados potenciales, hayan matado o no. Al fin y al cabo, también a su abuelo lo mataron". En fin, que el linchamiento zapaterista, el anti68 sarkozysta y otros temas posteriores ya están en ese farragoso y deshilado artículo hepático de Hermann Tertsch... en plena forma.

Ese Hermann Tertsch, adalid de la libre expresión (como Jiménez Losantos), defendido de la Plataforma para una Nueva Rosa Diez de abril de 2007, es el nuevo altavoz oficial de Esperanza Aguirre en Telemadrid, esa emisora que deja en plan de intento de manipulación a la televisión rumana y cubana al mismo tiempo, ese dechado de propaganda barata que haría a Goebbels derramar una conmovida lágrima. Sustituto del asalariado Sánchez Dragó al frente de los "informativos" de Telemadrid, Hermann Tertsch y sus ideas (que no son suyas, pues, pero como si lo fueran) es una puntada más en la confección del traje de las nuevas emperadoras, Esperanza y Rosa, cada día más cerca, unidas por una María San Gil "referente moral". El proyecto de la ultraderecha pasa, como siempre, no sólo por los ultraderechistas de origen, captados en la infancia, sino también por los más lamentables resentidos de la izquierda, los traidores que no piden siquiera treinta monedas de plata, sino tan sólo venganza por su ego maltrecho.

Así, ciertamente, no se construye el futuro de ningún país.

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