5/23/2008

Los ultras y los más ultras

No hace tanto tiempo, Mariano Rajoy utilizaba contra el gobierno español un lenguaje rayano en el golpismo, que igual deslegitimaba la acción democrática de la izquierda ("prefiero estar con la mayoría de los españoles y no con el señor Carod Rovira y el señor Llamazares") para luego atacar: "el anticlericalismo, el valle de los caídos, las series de televisión, las estatuas de Franco, la unidad de España. Los buenos y los malos. Eso se había olvidado en España hasta que usted ha llegado a la presidencia del gobierno". Y más aún: "Se han puesto ustedes a hablar en batasuno" y "es usted un sectario. Sectario, porque se ha propuesto a enfrentar y dividir a los españoles. Los suyos y los ajenos. Los buenos y los malos". Su habilidad dialéctica daba, a lo sumo, para llamar "bobo solemne" al presidente de gobierno de los españoles, y su visión religiosa llegaba a delirios como "Tanto el laicismo como los fundamentalismos religiosos son enemigos de la libertad y, si logran imponerse, conducen inexorablemente al totalitarismo".

Entiéndase claramente: estas afirmaciones y otras que en resumidas cuentas pretendían quitar legitimidad a los votantes del PSOE y de José Luis Rodríguez Zapatero, refundar la democracia basada en la unanimidad en torno al PP e ilegalizar a quienes estaban en desacuerdo con Mariano Rajoy son cobardemente moderadas... se trata de una muestra de talante dialogante excesivo y de un centrismo inaceptable que vulnera los verdaderos principios del PP. Mariano Rajoy, a ojos de un importante sector de su propio partido es un blandengue, un traidor, un entreguista, un negociador, un agachón y un peligro para España. De modo que lo que piden dichos sectores es un endurecimiento alrededor de los "verdaderos principios del PP".

Ésa es la verdadera lucha dentro del PP. El ultrarradicalismo de una derecha que se fuga del criptofranquismo para coquetear con el neonazismo, la antidemocracia y el golpismo, y el mayor ultrarradicalismo de los que consideran que eso es poco.

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