5/28/2008

El victimismo del matón de parque público

Ahora resulta que Federico Jiménez Losantos llama ni más ni menos que "caraduras" a sus testigos contra Gallardón, en particular Aguirre y Acebes, los acusa de "manipulación", afirma que lo han "defraudado" y, en resumen, ha ofrecido un bello berrinche público después de tanto vanagloriarse de tener como testigos "en su favor" a toda la plana más radical y ultra del PP (salvo Aznar).

Pero bueno, uno entiende a un empleaducho que ya le ha costado un pico a sus patrones y que no les quiere costar otros 72 mil eurazos precisamente en momentos en que algunas sotanas y testas enmitradas empiezan a decir que no quieren ser "representados" por semejante energúmeno.

Lo que ya no se entiende es que Jiménez Losantos suelte a continuación, ante todos los medios reunidos fuera del juzgado donde se ha visto la querella interpuesta contra el propagandista de la ultraderecha por el derechista alcalde de Madrid, la frase "Nunca me he fiado mucho de los políticos".

¿No, Federico? ¿Y entonces por qué no llamaste en tu defensa más que a políticos, políticos que, además, consideras que siguen tu liderazgo moral. Consciente de que Goebbels consideraba a la radio "el octavo poder", y le resultaba incluso más importante que su adorado cine en la tarea de propaganda, pues Goebbels, como Federico, utilizaba la palabra ante todo, Federico ha llegado a creer que es superior a los políticos a los cuales se dirige esencialmente (sin contar al reducido sector de personas con capacidades intelectuales limitadas por distintas causas, como las que han afirmado que según Federico Rajoy ha aprobado el matrimonio gay, y está aliado a ETA, como todos pudimos escuchar).

El problema de los mensajes que contienen "unos pocos puntos y se repiten una y otra vez”, como Goebbels recomendó que hiciera la buena propaganda, es que el victimismo de Jiménez Losantos resulta poco creíble. Él ha elevado a la calidad de "referentes morales" a los que hoy denigra, como ayer lo hiciera con Rajoy. Lo que queda entonces es, quizá, salir de las trampas losantinas y pensa que, más allá de la cansina repetición de insultos y ataques de Federico, que el muy truhán haya violado la ley nuevamente porque en su esfuerzo por devolver a España a la ultraderecha las leyes no le merecen demasiada consideración.

Que podría ser.

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