8/21/2008

La indecencia, la total indecencia

No lo puedo decir en el censurado blog de Rosa Díez, no lo puedo decir en los comentarios del diario digital de Jiménez Losantos, ni en su blog, ni en el de César Vidal. Es el Internet cuidadosamente vigilado del neofascismo, de la derecha vergonzante, de la indecencia.

Lo digo aquí: el espectáculo dado por la cadena oficial, sancionada y subvencionada por la iglesia vaticana, y por la despreciable hiena que ha mostrado ser Rosa Díez vulneran la más elemental decencia.

Las víctimas del desastre de Barajas, en todo caso responsabilidad de una empreas privada, no han sido siquiera identificadas, no digamos veladas y enterradas por sus seres queridos, y ya los buitres, especialistas en la utilización indecente de las víctimas de otras tragedias, habían caído sobre los calcinados cuerpos para responsabilizar, de una u otra forma, al gobierno socialista de lo ocurrido y de sus secuelas.

Es la indecencia, es la absoluta y total indecencia de quien no se detiene ante nada en su deseo infinito de violentar la voluntad popular saboteando golpistamente a un gobierno legítima y democráticamente electo solamente por ambición política, por odio visceral, por envidias y reconcomios propios de la peor bajeza, de los márgenes de lo humano, donde la psicopatía se expresa en la falta de respeto por el dolor de quienes se desprecia por no ser aliados políticos antes que deudos y seres humanos. Y falta de respeto al dolor solidario de todos los españoles de bien, ideologías aparte.

Lo único que queda como consuelo es que se trata de un puñado de enfermos, de un grupo ínfimo (apoyado por quienes quieren ganar sin arriesgar) que en su accionar cotidiano se condena al ostracismo creciente de una sociedad que quiere, y puede, resolver sus disputas políticas sin perder por ello las cualidades esenciales que nos hacen humanos.

¿No le queda ninguna decencia? le preguntó un abogado a Joseph McCarthy cuando su cacería de brujas llegaba al delirio paranoide. Allí terminó la cruzada de odio del senador. ¿Cuándo terminará la campaña de los McCarthys que plagan a España?

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